Entrevista a Toni Diaz presidente de Cultura indigena
«Estoy cansado de ver proyectos que fracasan porque están mal formulados y desaparecen en cuanto las instituciones se van»
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ANTONIO DÍAZ ÁLVAREZ. PRESIDENTE DE LA ONG CULTURA INDÍGENA POR MARÍA TORAÑO Barro (Llanes)
La ONG Cultura Indígena nació legalmente en 2003 para fomentar proyectos educativos entre las poblaciones indígenas de Guatemala pero la andadura de su fundador, Antonio Díaz Álvarez, comenzó mucho antes. Desde la localidad llanisca de Barro -donde tiene su sede- y en apenas siete años, el colectivo solidario ha pasado de tener 12 socios y conceder dos becas a contar con 305 colaboradores suscritos y subvencionar los estudios a 200 estudiantes de todos los niveles, desde la escuela secundaria a la Universidad.
-¿Cuándo tomó el primer contacto con Centroamérica?
-El primer viaje transoceánico fue de placer, en diciembre de 1993, a ver a la familia que tenemos en México. Aquello coincidió con la revuelta zapatista y me quedó el gusanillo de conocer el otro México más necesitado, así que en 1997 contacté con una plataforma Pro-Chiapas de Oviedo y fui para allá durante tres años en misión de observador y escudo humano.
-¿Cómo llega a Guatemala?
-En Chiapas conocía a guatemaltecos que vivían exiliados en México y me contaban que lo que había al otro lado de la frontera era todavía peor. En 1999 crucé ocho días a Guatemala de simple turista y me quedé asombrado de la miseria. Al año siguiente busqué un contacto para ir allí y me introdujo en la comunidad de El Triunfo en el año 2000, donde comencé a trabajar por libre para capacitar a maestros, promotores de salud y comadronas. Me iba en mis vacaciones y me dedicaba a darles clases.
-Y en 2003 se constituyó Cultura Indígena.
-Exacto. Animado por amigos de aquí de Llanes decidimos canalizarlo todo a través de una ONG para tener entidad jurídica y poder optar a subvenciones. Aquel año becamos a dos alumnos y empezamos doce socios.
-¿Cómo valora la evolución?
-Muy positiva. Ahora somos 305 socios y becamos a 200 estudiantes. Somos una ONG pequeña, no tenemos prisa y vamos a nuestro paso. No es bueno dar zancadas. Así que nuestra filosofía es que siempre es mejor dar pasos cortos y seguros para llegar a lo que se busca.
-¿Qué busca la ONG?
-Nacimos con una prioridad educativa y sanitaria. El tema de la educación es básico allí porque en cuanto haya gente indígena preparada podrán optar a puestos y cargos de mayor relevancia y se disminuirá la marginación en la que viven. También estamos preocupados por el agua que en las poblaciones con las que trabajamos es un bien escaso. Para el año que viene queremos lanzar un proyecto para crear balsas que recojan agua de lluvia que después se pueda potabilizar.
-¿Qué más iniciativas tiene en mente para el futuro?
-Tenemos dos proyectos para mujeres. Uno de letrinas aboneras, mantienen la higiene, no huelen nada y fomentan el cuidado ecológico. El otro está centrado en el ganado y la agricultura y consiste en dotar a una comunidad en concreto de ovejas, que se compran porque alguien de aquí las apadrina por 50 euros. Con ese dinero se compra la oveja, el transporte, semillas y la capacitación para el que las reciba. Queremos que se beneficien 40 familias este año y será rotativo.
-¿A qué se refiere con eso?
-Empezamos en 2011 y en dos años, para 2013, los beneficiarios tienen que hacer llegar a la comunidad siguiente tantas ovejas como recibió. Así la gente se siente solidaria con sus propios compatriotas y logramos crear un proyecto sostenible. Estoy cansado de ver infinidad de proyectos que fracasan porque están mal formulados y desaparecen en cuanto las instituciones se van.
-¿Por qué las destinatarias son mujeres?
-Porque son las que mejor funcionan. Para proyectos pequeños hay que implicarlas a ellas. Son mucho más constantes y más responsables. Con ellas los proyectos siempre llegan a buen fin.
-¿Viaja todos los años a Guatemala?
-Sí. Ahora desde que me jubilé voy tres meses y medio y cada año lo alargo unos días. Hay mucho trabajo que hacer porque me reúno con los estudiantes, revisamos sus notas, hablo con los maestros y con las familias. Para eso hay que recorrer el país entero y visitar las treinta comunidades en las que trabajamos. El contacto es básico y atendemos a las sugerencias que nos hacen porque conocen mejor que nadie la realidad de su país.
-¿Cuentan con cooperantes?
-Cada año se apuntan más. De hecho, este año fue muy positivo porque fueron un montón. Por ejemplo, Isabel Mateo, es una jubilada de instituto y pasó allí dos meses. Se integró muy bien y quedó tan enganchada que regresa.
-¿Quién puede ir?
-Cualquiera. Muchas veces la gente me dice que tiene ganas de ir pero que no pueden aportar nada y eso no es así. Todo el mundo puede ir de cooperante porque todo el mundo sabe hacer algo. Además, a parte de lo que puedas aportar, también hay que tener en cuenta lo que vas a aprender y las lecciones que vas a traer para tu vida que te van a cambiar totalmente.
-¿Se nota también la crisis en este campo?
-Claro que sí. La crisis también afecta a la cooperación. Tenemos unos cuantos proyectos pendientes para el próximo año que sólo se podrán hacer si conseguimos financiación. Está claro que se notó un bajón muy sustancial de subvenciones y ayudas, pero nuestros patrocinadores más asiduos siguen apoyándonos. Con menos cantidad, eso sí pero siguen fieles. Y es muy positivo que la meta de este año era llegar a 300 socios y somos 305.
De los Oscos a Guatemala
A Antonio Díaz Álvarez (Santa Eulalia de Oscos, 1947) todo el mundo le llama Toni. De pequeño estudiaba y cuidaba las vacas, lo que le traía buenas broncas porque no se podía atender a los libros y al ganado a la vez. Estudió en Magisterio en Lugo y llegó a Llanes en 1971. En sus años de docente ha pasado por las escuelas de San Roque, Porrúa, Vibañu -donde estuvo 18 años-, Caldueñu, Posada, El Mazucu y Barro, para jubilarse en Celorio hace tres años. Echa de menos el trabajo, pero no tiene tiempo a aburrirse con su labor en Guatemala.